Fernando Miñana/LAS PROVINCIAS
(Foto: Damián Torres)
Llueve en L'Eliana, pero más ha llovido en la vida de Concha Montaner (L'Eliana, 14 de enero de 1981). Poco queda ya de aquella jovencita a quien su madre le hacía unas trencitas antes de las competiciones, aquella niña que sorprendió al país cuando cruzó el globo para participar en sus primeros Juegos Olímpicos, en Sídney, con 18 años, la misma que maravilló al orbe cuando, unas semanas más tarde, volaba en dirección contraria, hasta Santiago de Chile, para proclamarse campeona del mundo júnior. Ahora, nueve años después, Concha mece en sus brazos a Alba, su hija, una criatura de cinco meses que, dice, es clavada a su padre, el velocista Venancio José Murcia.
Es tiempo de reconstrucción. Montaner tiene que volver a ser atleta. El salto de longitud es su oficio, y su vida, en la que se ha colado un pequeño ser, tiene que regresar al foso, territorio vetado a los débiles. «Al principio sufrí mucho; me dolía todo», recuerda esta deportista de 28 años que aún tiene un largo pasillo por recorrer.
Hace justo un año descubrió que estaba embarazada. Fue una sorpresa agradable. «Llegó en un buen momento, con 27 años y en plena recuperación de la lesión (arrancamiento del tibioastragalino) que sufrí en los Juegos de Pekín». Se mantuvo en activo hasta mayo, el séptimo mes de embarazo: bicicleta elíptica, unos ejercicios para cuidar los ligamentos y algo de pesas. Y llegó el día de conocer a Alba, que irrumpió un 31 de julio, mientras el atletismo español competía por los títulos nacionales en Montjuic.
«Fue un parto natural, muy fácil, sin puntos», recuerda de su paso por el paritorio. Tres semanas después ya estaba subida otra vez a la elíptica y en cuanto cumplió la cuarentena comenzó la vuelta a su rutina deportiva, pautada por su entrenador, Jerónimo Schwab, y por el especialista Paul Dorochenko.
«Hemos querido ir muy poquito a poco», advierte Schwab. «Lo primero era recuperar su cuerpo, que todo volviera a su sitio. Al principio tuvo unos pequeños dolores en los tobillos, pero hemos ido muy suave y de forma progresiva». Si antes quemaban seis semanas de preparación, esta vez se han estirado hasta doce, siempre «escuchando su cuerpo por si le dolía algo» y atendiendo a los controles de antropometría, lo niveles de grasa y de peso magro que le realizaban en La Calderona.
Montaner no ha perdido excesivos apoyos durante la inactividad. «Mi pueblo, L'Eliana, el Ayuntamiento y mi alcalde, José María Ángel, siempre han estado a mi lado». Está feliz. «Mi madre y Veni me ayudan mucho con la niña, y ahora voy a entrenar con mucha ilusión, tengo ganas de volver a hacer todo lo que había abandonado por el embarazo».
La maternidad no siempre es un obstáculo. Están muy próximas en el tiempo las referencias de las mediofondistas Nuria Fernández y Natalia Rodríguez, quienes, sólo unos meses después de dar a luz, deslumbraron en las pistas. Pero más tangible fue el regreso de Niuka Montalvo, otra madre que volvió al atletismo cuando eran compañeras de entrenamiento. De momento, los tests que ha realizado hasta la fecha invitan al optimismo. «En multisaltos está un pelín por debajo de su nivel; en velocidad también, pero en fuerza está incluso por encima», desgrana su entrenador.
Los ejercicios de fuerza dinámica son los más positivos. En arrancada tenía su tope en 42,5 kilos y este mes ya ha llegado a 45 en dos repeticiones; mientras que en cargada ha alcanzado los 57,5. Los parámetros de fuerza completa también ilusionan. Montaner ya ha levantado 95 kilos, con tres repeticiones, en sentadilla completa, igual que el año pasado y sólo por debajo de los cien que alzó con Juan Carlos Álvarez en Madrid.
La saltadora valenciana también se ha oxigenado. Llevaba casi diez años sin perdonar un gran campeonato en pista cubierta y al aire libre. Ahora quiere reaparecer con cautela. La pista cubierta será un experimento. Lo más difícil ya ha pasado. «Volver a hacer un ejercicio específico era como empezar de cero, como si tuveria que aprender otra vez, no me salía, pero el cuerpo recuerda rápido». Su reaparición se producirá en el mitin de Zaragoza, el 6 de febrero. También acudirá al Campeonato de España, en Valencia, y si hace la mínima (6,60) hasta disputará el Mundial de Qatar. Pero su verdadero reto será el Europeo de Barcelona. «Ahí tiene que hacer algo importante», desafía su entrenador. «Ahí sí que llegaré bien», augura ella.
Es tiempo de reconstrucción. Montaner tiene que volver a ser atleta. El salto de longitud es su oficio, y su vida, en la que se ha colado un pequeño ser, tiene que regresar al foso, territorio vetado a los débiles. «Al principio sufrí mucho; me dolía todo», recuerda esta deportista de 28 años que aún tiene un largo pasillo por recorrer.
Hace justo un año descubrió que estaba embarazada. Fue una sorpresa agradable. «Llegó en un buen momento, con 27 años y en plena recuperación de la lesión (arrancamiento del tibioastragalino) que sufrí en los Juegos de Pekín». Se mantuvo en activo hasta mayo, el séptimo mes de embarazo: bicicleta elíptica, unos ejercicios para cuidar los ligamentos y algo de pesas. Y llegó el día de conocer a Alba, que irrumpió un 31 de julio, mientras el atletismo español competía por los títulos nacionales en Montjuic.
«Fue un parto natural, muy fácil, sin puntos», recuerda de su paso por el paritorio. Tres semanas después ya estaba subida otra vez a la elíptica y en cuanto cumplió la cuarentena comenzó la vuelta a su rutina deportiva, pautada por su entrenador, Jerónimo Schwab, y por el especialista Paul Dorochenko.
«Hemos querido ir muy poquito a poco», advierte Schwab. «Lo primero era recuperar su cuerpo, que todo volviera a su sitio. Al principio tuvo unos pequeños dolores en los tobillos, pero hemos ido muy suave y de forma progresiva». Si antes quemaban seis semanas de preparación, esta vez se han estirado hasta doce, siempre «escuchando su cuerpo por si le dolía algo» y atendiendo a los controles de antropometría, lo niveles de grasa y de peso magro que le realizaban en La Calderona.
Montaner no ha perdido excesivos apoyos durante la inactividad. «Mi pueblo, L'Eliana, el Ayuntamiento y mi alcalde, José María Ángel, siempre han estado a mi lado». Está feliz. «Mi madre y Veni me ayudan mucho con la niña, y ahora voy a entrenar con mucha ilusión, tengo ganas de volver a hacer todo lo que había abandonado por el embarazo».
La maternidad no siempre es un obstáculo. Están muy próximas en el tiempo las referencias de las mediofondistas Nuria Fernández y Natalia Rodríguez, quienes, sólo unos meses después de dar a luz, deslumbraron en las pistas. Pero más tangible fue el regreso de Niuka Montalvo, otra madre que volvió al atletismo cuando eran compañeras de entrenamiento. De momento, los tests que ha realizado hasta la fecha invitan al optimismo. «En multisaltos está un pelín por debajo de su nivel; en velocidad también, pero en fuerza está incluso por encima», desgrana su entrenador.
Los ejercicios de fuerza dinámica son los más positivos. En arrancada tenía su tope en 42,5 kilos y este mes ya ha llegado a 45 en dos repeticiones; mientras que en cargada ha alcanzado los 57,5. Los parámetros de fuerza completa también ilusionan. Montaner ya ha levantado 95 kilos, con tres repeticiones, en sentadilla completa, igual que el año pasado y sólo por debajo de los cien que alzó con Juan Carlos Álvarez en Madrid.
La saltadora valenciana también se ha oxigenado. Llevaba casi diez años sin perdonar un gran campeonato en pista cubierta y al aire libre. Ahora quiere reaparecer con cautela. La pista cubierta será un experimento. Lo más difícil ya ha pasado. «Volver a hacer un ejercicio específico era como empezar de cero, como si tuveria que aprender otra vez, no me salía, pero el cuerpo recuerda rápido». Su reaparición se producirá en el mitin de Zaragoza, el 6 de febrero. También acudirá al Campeonato de España, en Valencia, y si hace la mínima (6,60) hasta disputará el Mundial de Qatar. Pero su verdadero reto será el Europeo de Barcelona. «Ahí tiene que hacer algo importante», desafía su entrenador. «Ahí sí que llegaré bien», augura ella.
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